Un disfraz es mucho más que una simple prenda de vestir; es una herramienta de transformación, expresión lúdica y narrativa. Es la manifestación física de un deseo de interpretar un rol o personaje fuera de la identidad cotidiana.
Su propósito fundamental es invitar al juego, a la fantasía y a la celebración, permitiendo al usuario ser quien desee ser por un momento.
En resumen, el disfraz se define por la elección del cliente: si sueña con ello, puede vestirse con ello. Es la puerta de entrada a la creatividad y al juego de roles en cualquier edad.